El Chulla Chaqui
Un cazador se encontraba en un bosque muy distante,
condenado a morir pues había sido mordido repetidas veces en ambas piernas por
una serpiente.
Por la lejanía de la zona donde se encontraba, no podía
hallar un auxilio para su mal y por eso, abatido por el dolor y las circunstancias,
cayó en el suelo y se abandonó a su suerte, después de gritar por repetidas
veces: ¡Socorro! Sin que nadie lo oyera.
Tenía una fiebre altísima, sus labios estaban resecos por la
sed, el veneno de la serpiente había hecho estragos en su organismo y cada
minuto que pasaba se agravaba.
Pero, en esos supremos instantes, empezaron a caerle frutos
y ramas secas que no le hacían daño, pero si le fastidiaba. ¡Malditos monos se
están burlando de mí! Pensó en medio de su profundo malestar, le seguían
cayendo esos objetos livianos que eran la evidencia de que alguien se estaba
mofando de él. Gritó con desesperación: ¡Si eres hombre acércate! En esos
momentos un hombrecito salió de la espesura del bosque, cojeando y riendo se
acercó a él.
Sobreponiéndose de su terrible tortura lo vio venir y
angustiado se dijo –Estoy viendo visiones, no puede ser de este mundo, un ser
tan repulsivo, pero que sabe sonreir con gracia y picardía-.
Al llegar, el hombrecito lo miró detenidamente y como para
él, no existen secretos en ese mundo que es su dominio, se alejó por unos
minutos dejándolo al enfermo desconcertado.
Cuando volvió, trajo en un envase de barro un líquido
oscuro, preparado con unas yerbas machacadas, le instó a beber al cazador,
mientras que con las hojas le frotaba las heridas. Esa curación duró breves
momentos, pero al finalizar el tratamiento, el cazador estaba totalmente
curado.
¡Un milagro! Pensó.
Admirado y agradecido, besó la rugosa mano de uñas como púas
de su benefactor que era el mismísimo “Chulla chaqui”.
Después de lo ocurrido, se quedó con ese mágico personaje,
perdido en el misterioso bosque para siempre.
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