EL LAMENTO DEL AYAYMAMA
En las noches selváticas hay chirridos, cantos, gritos,
lamentos que erizan la piel, cuando uno los escucha por primera vez.
Pero hay un canto largo, triste como un lamento, que estremece
a los pobladores, es el canto que escuchó Julián una noche de luna llena.
¿Mamita qué pájaro es ese? ¡Escucha!
Sí, ya escucho hijito, ese es el canto de unas avecitas que
según la leyenda fueron unos niñitos, que sus padres los abandonaron
involuntariamente al morir.
Al quedar solos y librados a su suerte, en la inmensidad de
una jungla muda, indiferente a los pasares y tristezas, los niños salieron a
deambular buscando algún fruto para saciar su hambre, pero al ir avanzando
fueron sorprendidos por una mujer, muy bella de dulzura angelical que les
preguntó: ¿Dónde está papito? ¿Dónde está mamita?. Los niños llorosos y
temerosos respondieron: no tenemos papá, ni mamá.
Conmovida hasta las fibras más íntimas de su ser, esa hada
maravillosa abrazó con ternura a los niñitos y dándoles un sonoro beso en la
frente, los transformó en dos pajaritos que enseguida se perdieron trinando por
la amplitud del bosque.
Desde ese día, ellos van piando por todos los rincones de la
selva misteriosa, estremeciendo con su canto lastimero a todos los pobladores
de la selva.
Este es el canto que escuchó Julián en una noche de luna
llena y que también se conoce como: “El Lamento del Ayaymama”.
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